Rayces, Módulo 3
Serie CONQUISTA
Dr. Jimmy Chamorro Cruz
RAÍCES, Módulo 3 Serie CONQUISTA
Dr. Jimmy Chamorro Cruz
Dr. Jimmy Chamorro Cruz
Aplicación Teoterápica
La necesidad más grande de la Iglesia de Cristo, hoy, es volver a sus raíces. Son muchos los cristianos que niegan sus raíces espirituales, por lo que han caído en envanecimiento, soberbia y confusión.
Mucha gente dice “yo soy de Cristo”, pero no tienen raíces, por lo tanto se quedan como personas “religiosas”; no entienden su identidad, y no disfrutan de su linaje y herencia. Muchos cristianos desorientados andan buscando paternidad y a quién imitar. Al no entender su herencia como hijos del Pacto y la Promesa, viven en estancamiento, en esclavitud, sin visión de Dios y todo se les vuelve una carga. Si no hay raíces, no hay identidad, no hay proyección, no hay futuro.
Cuando recibimos a Jesucristo, le pusimos punto final a nuestro pasado real; como si nunca hubiera existido. Volver a nuestras raíces es entender que nuestro pasado “real” ya está cubierto por la sangre de Cristo, y Dios no se acuerda de él. Nuestro pasado verdadero es que descendemos de Abraham, y el Pacto que Dios hizo con él lo ha hecho también con nosotros como Pacto perpetuo. El Dios Omnipotente que se le apareció a Abraham, el único y verdadero, es también nuestro Dios. Este es el verdadero sentido de 2 Corintios 5:17. Si nacimos de nuevo, “Alguien” nos engendró y nos dio identidad y apellido. Somos la rama injertada en el olivo, el cual se alimenta de una raíz santa: la descendencia de Abraham.
Como familia de la Cruzada Estudiantil y del CENTI, hemos recibido un legado Gran comisionista de 40 años, de nuestro padre en la fe. Él descubrió en la Biblia que era hijo de Abraham y se apropió de la promesa de ser padre de multitudes; por eso para entender este legado necesitamos volver a nuestras raíces Abrahámicas.
Pero, ¿quiénes pueden cumplir la Gran Comisión? Según la Palabra de Dios:
Mucha gente dice “yo soy de Cristo”, pero no tienen raíces, por lo tanto se quedan como personas “religiosas”; no entienden su identidad, y no disfrutan de su linaje y herencia. Muchos cristianos desorientados andan buscando paternidad y a quién imitar. Al no entender su herencia como hijos del Pacto y la Promesa, viven en estancamiento, en esclavitud, sin visión de Dios y todo se les vuelve una carga. Si no hay raíces, no hay identidad, no hay proyección, no hay futuro.
Cuando recibimos a Jesucristo, le pusimos punto final a nuestro pasado real; como si nunca hubiera existido. Volver a nuestras raíces es entender que nuestro pasado “real” ya está cubierto por la sangre de Cristo, y Dios no se acuerda de él. Nuestro pasado verdadero es que descendemos de Abraham, y el Pacto que Dios hizo con él lo ha hecho también con nosotros como Pacto perpetuo. El Dios Omnipotente que se le apareció a Abraham, el único y verdadero, es también nuestro Dios. Este es el verdadero sentido de 2 Corintios 5:17. Si nacimos de nuevo, “Alguien” nos engendró y nos dio identidad y apellido. Somos la rama injertada en el olivo, el cual se alimenta de una raíz santa: la descendencia de Abraham.
Como familia de la Cruzada Estudiantil y del CENTI, hemos recibido un legado Gran comisionista de 40 años, de nuestro padre en la fe. Él descubrió en la Biblia que era hijo de Abraham y se apropió de la promesa de ser padre de multitudes; por eso para entender este legado necesitamos volver a nuestras raíces Abrahámicas.
Pero, ¿quiénes pueden cumplir la Gran Comisión? Según la Palabra de Dios:
- Los que tengan claras sus raíces
- Los que son hijos de Abraham
- Los que tienen descendencia y dejan un legado.
El hombre de pacto no tiene otra alternativa que crecer y multiplicarse. Independiente de la s circunstancias, de la enfermedad, del entorno, no tenemos justificativo alguno, porque el Dios todopoderoso es el que nos ordena crecer y multiplicarnos. El hombre de Pacto sabe que su opción no es decidir sino obedecer. Dios no le dio opción a Abraham de escoger; simplemente le notificó que lo iba a bendecir y que él sería de bendición. Dios no necesita pedirle permiso a un hombre de Pacto. Dios ya decidió amarnos y bendecirnos a donde quiera que vayamos. Pero, cada hijo de Dios deberá escoger con qué herencia vivir: ¿la herencia de Ismael, sinónimo de esclavitud, esterilidad y carga?, o, ¿la herencia de Isaac, solícitos en alcanzar las promesas, imitando la fe y la paciencia de nuestros padres?
RAÍCES, Módulo 3 Serie CONQUISTA
Dr. Jimmy Chamorro Cruz
Frases Claves
La pregunta que necesitamos hacernos hoy, es: ¿Dónde estamos enraizados? ¿Qué legado estamos dejando?
Sólo si tenemos claramente definidas nuestras raíces, tendremos suficiente claridad para visualizar y planificar el futuro. Sólo quien esté enraizado, podrá vivir como hijo del Pacto, disfrutando la bendición, fructificándose y multiplicándose conforme a la promesa dada a Abraham.
Sólo si tenemos claramente definidas nuestras raíces, tendremos suficiente claridad para visualizar y planificar el futuro. Sólo quien esté enraizado, podrá vivir como hijo del Pacto, disfrutando la bendición, fructificándose y multiplicándose conforme a la promesa dada a Abraham.
- Abraham no puso sus ojos en la tierra sino en Dios. Sabía que donde él fuera, Dios le bendeciría y él sería de bendición.
- Por encima de todo está la vida de fe.
- Un hijo del Pacto depende de Jehová como Proveedor.
- Lo que su padre hizo con él, Isaac lo hizo con su hijo Jacob (Gén 28:1-4)
- Solo la bendición y el poder del Dios de Abraham puede volvernos multiplicadores.
- Si Dios en sueños dice algo distinto a lo que le ha dicho a nuestros padres, esos sueños no son de Dios.
- Dios da visiones únicamente a los que tienen comunión con el Dios de sus padres.
- La palabra Omnipotente siempre está ligada al Dios de nuestros padres.
- Sólo si volvemos a nuestras raíces, aprenderemos a tener temor de Dios.
- Donde quiera que vaya un hijo del Pacto, la tierra destila leche y miel.
- Si tenemos temor de Dios, podemos acercarnos a él con toda libertad, haciendo memoria de las promesas dadas a nuestros padres.
- Dios siempre oye la voz del que clama al Dios de sus padres.
- Un hijo de Dios que vive con amargura, es porque no tiene claras sus raíces espirituales, y vive su pasado “real” y no su pasado “verdadero”.
- Volver a nuestras raíces implica disfrutar del gozo del Señor.
- Entre más nos enraizamos, más fruto llevaremos.
- La negligencia no activa la mano de Dios Omnipotente, pero la diligencia es grandemente recompensada.
- Cuando la vida de un hijo de Dios adolece de poder y victoria, es porque no está invocando al Dios de sus padres.
- Es evidente, entonces, que el fruto revela la verdadera raíz.
- Es imposible que seamos “padre de muchas gentes” viviendo bajo la lógica y calculadoramente. Como Abraham, estamos llamados a vivir por fe.
- Los que son de fe, son bendecidos con el creyente Abraham.